Las inequidades de género se combaten generando más empleos - IDESA

Informe Nº: 08/03/2023

Las inequidades de género se combaten generando más empleos

El profundo deterioro del mercado laboral argentino es uno de los factores que explica que la pobreza no baje del 40%. Pierden todos, pero particularmente pierden los sectores más débiles, uno de ellos son las mujeres. Dinamizar la creación de empleos de calidad es la primera prioridad de la agenda de género en la Argentina.

La igualdad de género es un derecho humano fundamental; además de crucial para el desarrollo económico y social de los países. Aun así, se observan grandes e irritantes diferencias en las situaciones que enfrentan, en general, mujeres y varones. Particularmente relevantes, por su alto impacto social y económico, son las diferencias en el mercado de trabajo.

Según información relevada por el INDEC las mujeres en la Argentina sufren menor tasa de participación, mayor tasa de desempleo y mayor incidencia de la informalidad. A estos indicadores generales se agregan barreras a la entrada a determinados trabajos y de ascenso a cargos jerárquicos. Un factor clave, sobre el que el INDEC también aporta evidencias contundentes, es que las mujeres dedican casi el doble de horas que los varones a tareas domésticas y de cuidado de personas. Asociado a esta muy desigual distribución del trabajo no remunerado entre mujeres y hombres aparecen profundas diferencias en la inserción laboral. Una de ellas es que las mujeres en promedio ganan un 25% menos que los varones.   

Frente a esta situación, sobran los argumentos en favor de una estrategia que busque la equidad de género. Esto fue tomando, en el discurso político, con mucho oportunismo y poco análisis de la situación. De esto se deriva un exagerado énfasis en crear nuevas estructuraras burocráticas dentro del Estado con competencias en temas de género y en impulsar normas que enumeran  nuevos derechos en favor de las mujeres. Pero la realidad de las mujeres, en particular las que integran los hogares más pobre, esta decisivamente condicionada por el profundo y creciente deterioro del mercado laboral.

La mitad de las mujeres que trabajan lo hacen en relación de dependencia informal o por cuenta propia donde no se aplica la legislación laboral. Es decir, no operan, o la hacen de manera muy parcial, las garantías que se establecen en las normas. Un fenómeno extremo es que las remuneraciones y demás condiciones de trabajo son tan precarias que desalientan la participación en el mercado laboral. Esto hace que muchos adultos –en general, mujeres que asumen las tareas del hogar– no vean conveniente tomar un empleo porque no compensa el costo que implica delegar en terceras personas las tareas del hogar.

Revertir esta situación demanda una estrategia integral. El punto de partida debería ser dejar de usar el tema de manera oportunista o como excusa para agrandar la burocracia del Estado. Esto despeja el camino para que con más seriedad y honestidad se encaren acciones de largo plazo como impulsar los cambios culturales que lleven a una distribución más equilibrada de tareas y responsabilices dentro de las familias. Pero aún más urgente e importante son las políticas públicas que dinamicen la creación de empleos registrados. Reducir las altas cargas sociales que atentan contra la creación de empleo, introducir la posibilidad a las pymes de desengancharse de los convenios colectivos centralizados y reducir la alta litigiosidad laboral son medidas generales que tienen un enorme impacto sobre la equidad de género. Las mujeres, aún más que los varones, serán las primeras y más beneficiadas de un mercado de trabajo mejor organizado.  

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