Informe Nº: 02/03/2022
Argentina sigue exportando cereales y oleaginosas. Pero, en el caso de combustibles, es importadora neta.
En la década del ’90, Argentina estableció instituciones económicas pensadas para tener muy baja inflación y crecer en base a las exportaciones que se fomentarían con una mayor competitividad.
Tras este objetivo, se eliminaron las retenciones a las exportaciones y se dictaron marcos regulatorios modernos propicios para las inversiones en energía que, en la Argentina de finales de los ’80, mostraban una severa escasez.
Mirando los datos de comercio exterior del Ministerio de Economía surge que, entre 1990 y 2002, que es cuando se cambia de régimen económico, las exportaciones totales se duplicaron. Pero lo hicieron con un aditamento. El precio promedio de las exportaciones había caído 10% en el período, pero las cantidades exportadas crecieron en 130%. Era una economía que exportaba más, no por los precios –incluso se decía que el dólar estaba retrasado– sino por mayor productividad.
Particularmente importante es observar las exportaciones de combustibles. En ese mismo período, las exportaciones de combustibles de Argentina habían crecido 350% donde el precio promedio no se movió y todo fue aumento en cantidades. Esto fue el resultado de una economía con marcos regulatorios modernos y, fundamentalmente, reglas estables.
En el 2002 se cambia de régimen económico y se sale de la Convertibilidad. Se restablecen las retenciones a las exportaciones y se rompen los contratos con las empresas productoras de energía, para congelar las tarifas. Se entendió que este cambio era en favor de una economía popular donde la renta agraria y la energía serían redistribuidas entre la gente.
El 2002 también es el año en que China se incorpora al comercio internacional, lo que provoca un boom de demanda por bienes que Argentina exportaba. Este ciclo extraordinario termina en 2012. En todo este período (2002–2012), las exportaciones argentinas crecieron 200%. El doble de lo que había crecido en la década del ’90.
El punto es que hubo un cambio sustantivo en la naturaleza de las exportaciones. Las cantidades habían crecido sólo 25%. Un quinto de lo que habían crecido en la década de los ’90. Los precios de las exportaciones, en cambio, había crecido 150%. Entonces, las mayores exportaciones no fueron por mayor productividad. Fueron por la suerte de que los precios internacionales explotaran. Eso demostraba que, a partir de 2002, la economía tenía menos capacidad de exportar.
En el caso de los combustibles, las exportaciones entre el 2002 y el 2012 habían crecido 50%. Nada mal, considerando que se habían roto los contratos con los productores de energía. El punto es que este crecimiento se explica por un aumento de precio promedio de 300% porque las cantidades exportadas habían caído 65%. Nada de qué extrañarse. La decisión política a partir del 2002 fue que los argentinos se consuman la energía.
Entre el 2012 y el 2021, las exportaciones totales crecieron cero, porque los precios no crecieron y las cantidades exportadas tampoco. Las exportaciones de combustibles cayeron 25% y la Argentina pasó a importar más combustible que el que exporta.
En 2022, Rusia invade Ucrania. El mundo bloquea a Rusia. Ambos países son importantes proveedores mundiales de cereales, oleaginosas y combustibles. Esto significa que los precios internacionales de estos productos van a crecer y se van a mantener altos. Con anterioridad a 2002, esto hubiera sido una enorme oportunidad para Argentina, ya que exportaba estos tres tipos de productos con muchas inversiones y alta productividad.
Pero 20 años después del cambio de régimen de 2002, Argentina sigue exportando cereales y oleaginosas, aunque no todo lo que podría debido al cepo cambiario, la falta de crédito productivo por la alta inflación y las retenciones a las exportaciones. En el caso de combustibles, Argentina es un importador neto. Así, lo que podría haber sido una gran oportunidad pasó a ser una amenaza: que el precio de los combustibles suba mucho porque Argentina ahora es importadora.
De la crisis del comercio internacional por Ucrania, Argentina todavía puede salir beneficiada porque exporta 6 veces más cereales y oleaginosas que lo que importa de combustibles. En este sentido, no hay vulnerabilidad. La vulnerabilidad viene por el lado de sus políticos, que están “enamorados” de los congelamientos tarifarios, sin consideración del costo que esta decisión tiene en términos de mayores importaciones de combustibles.
A esta altura el lector puede pensar que no hay tal vulnerabilidad porque Argentina tiene Vaca Muerta. Ciertamente, Argentina tiene Vaca Muerta, pero importa combustibles más de lo que exporta. La razón: a partir del 2002 construyó instituciones políticas, económicas y sociales cargadas de demagogia que fomentan el consumo sin sustentabilidad. Con esta institucionalidad, los combustibles de Vaca Muerta se quedan bajo la tierra.
Otra prueba de que la vulnerabilidad de Argentina no está en su dotación de recursos sino en su dotación de instituciones que prioriza la redistribución por sobre la producción.